Glamour, pasión, refinamiento y una percepción de elegancia fue Tamara de Lempicka.
Mujer que transmitió sus cualidades y gusto por vivir, reflejándolo en su pintura.
Manejo extraordinario del color, neocubismo refinado, art deco, otorgan un distintivo libre a su pintura; renunciando a temas profundos, testigo de la alegría de vivir de la Belle Époque, (1890-1930), época que le tocó vivir con intensidad.
Entregándose a la forma, y a la frivolidad de su época, seduciendo al espectador con temas sensuales, salpicados con un toque andrógeno, a veces lésbico, de enorme independencia creativa y sensualidad. Transmite en sensaciones tangibles, el sentir de su época.
Captura atención la pintura del conde Tadeusz de Lempicki, quien fué su marido mientras pintaba la obra. En ese entonces, vino el divorcio y en consecuencia, dejaría la obra inconclusa intencionalmente, dejando la mano izquierda del retrato sin terminar, sin embargo, este cuadro transmite una profunda admiración por el Conde, majestuosamente mostrado en refinada actitud, envuelto en un abrigo negro que acentúa su masculinidad y porte, acentuado por los trazos rectos del neocubismo. Contraste de emociones transmite la artista, pasando de la admiración, al desdén y al dejar inconclusa la mano del conde en la pintura, su resentimiento.
Mujer de formas generosas recostada en un sillón, entallada en un neglige de satín rojo, donde acentúa los detalles de las voluptuosas formas de la mujer retratada, con toda sensualidad, con los pliegues y lineas del satín logra el efecto deseado.
La posición y mirada tímida y a la vez lasciva, emana un desnudo del renacimiento italiano o, a la maja vestida de Goya.
Una mujer de sensuales y encendidos labios rojos con mascada azul y gorro, concordando con la época de los veintes, con el poder cromático del contraste: los azules de la mascada, con el rojo encendido de sus labios.
Por último, el cuadro que bien puede ser la portada de su obra.
Una joven mujer es retratada en sensual vestido de delgadas telas, un exquisito juego provocado por los pliegues y el viento.
La joven porta elegantes y entallados guantes blancos que escalan por el antebrazo de la dama, en apurado gesto, detiene el sombrero del efecto que causa el viento haciendo travesuras en favor del ojo masculino. La pintora provoca al dibujar con los efectos de la tela adherida al cuerpo acentuando los sensuales pechos y tiernos pistilos de la joven.
Este exquisito momento capturado por la artista es percibido por el espectador con toda la fuerza que pretende la pintora.
Bella, moderna, elegante y transgresora, Tamara de Lempicka, se adelantó a su época, su imagen bien podría representar cualquier campaña moderna de alguna línea de perfumes o tal vez, ícono de la mujer moderna: imagen por la que cualquier publicista se desviviría.
Para ver la obra de Tamara Lempicka clik aqui. o en imagenes
2 comentarios:
Gracias, Armando, buenísimo este blog en lo que respecta a conocimientos y cultura. Bellas pinturas.
Muchas gracias por compartir tus experiencias.
Saludos afectuosos.
Leonor.
Leo eres una lindura y tus comentarios siempre alentadores y positivos, te mando un beso con mucho cariño, Amiga bonita.
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