En los tiempos en que París, era la ciudad del mundo. Cosmopolita centro del arte y placer (la alegría de vivir)... La modelo del desnudo recostado, expresada por el pincel de Modigliani era: Jeanne Hebuterne.
La modelo reposa sobre un cojín azul veneciano y una frazada de tapiz rojo escarlata, con grecas doradas. Ella te mira sensual, a los ojos, sabiéndose erótica y provocándote con mirada lasciva.
La figura parece salir del cuadro, como si fuese una pintura de tercera dimensión. Ese efecto causa Modigliani.
La geometrización de la figura; la impresión de la solides, característica de la escultura, y transportada al lienzo plano, así como la reducción a formas simple, son algunas de las muchas características que marcan esta pintura. Pero en definitiva lo que cautiva al observador, es el cuidado en el detalle de los pezones y el camino hacia el ombligo.
Pintor y modelo estaban conscientes de la exquisita voluptuosidad desnuda, de la diminuta cintura, de la redondez de sus pechos y de las caderas generosas, expuestas en deliciosa provocación al fuego interno del libido. Los colores ardientes como el rojo con dorado, acompañan ese torrente de sensaciones en el espectador, al igual que la curvilínea figura de la modelo. El pintor, desafía, exponiendo más incitante y explícita, la postura, así, como dejando al descubierto la zona púbica.
Extraordinaria experiencia contemplararla, que incita a tus sentidos. Hace lo que una pintura debe hacer...
Provocar al observador.
Esa, era la intención del pintor y los moralistas, no le entendieron. En la exposición organizada por Zborowski, amigo y último de sus marchantes, donde Modiagliani expuso con otros pintores como: Dufy, Picasso, Matisse, Utrillo y Derain entre otros, fue censurada, gracias a esos desnudos.
Lo que es un tanto ridículo, es, que en esa época "Los años locos y la alegría de vivir", los desnudos eran aceptados solamente bajo las formas artísticas tradicionales, "distanciándose de la vida cotidiana".
La extravagancia espontánea de esta pintura, es la que no alcanzaron a entender los conservadores, que consideraron los lienzos: impúdicos y descarados.
Jeanne Hebuterne, de preciosos ojos azules, enormes como un lago azul, era el amor de Modigliani. Pintora y bellísima mujer, conoció a Modi en Montamartre, en la academia de pintura Colarossi; donde el joven apuesto de finos rasgos, destacaba.
Una historia de amor intensa, de sacrificio; donde la bella protagonista y también pintora, sacrificó su vida al joven pintor. Ella, consciente del enorme talento de ¨Modi¨, pero también, de su atormentada vida, le acompañó hasta el final de la vida de Modigliani y en consecuencia, la de ella también; la que decidió dar por terminada, poco después de la muerte de su amado.
No fue la única mujer que sucumbió a los encantos viriles de la sensible personalidad del pintor Italiano: Beatrice Hastings, escritora y poetisa Británica, fue también mujer de Modigliani; al igual que Katherine Mansfield. Una prominente Escritora Neozelandesa, promotora intensa del modernismo. También pasaron por sus aposentos: Kiki la reina de Montparnasse; Massaouda la negresse; Elvira, la hija fugitiva de una prostituta española y Simon Thirioux, con la que tuvo un hijo. Todas ellas, serán objeto de un próximo artículo, que considero, imperdible.
Mi percepción de la pintura es muy simple. Estoy enamorado de la pintura y de la modelo. Tal vez por esta pintura, las mujeres bellas, sin depilarse las axilas, me insertan una flecha de fresno chipriota con punta de oro en el corazón, como las de cupido.
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